Sí, volvemos a hablar de Villacintor. Abramos la puerta y pasemos. Entremos en esos pequeños huertos familiares donde la gente tiene árboles frutales, donde la gente tiene conejeras y gallineros, donde la gente tiene esas pequeñas cosas que al mismo tiempo que distraen en el día a día, da sus frutos y se disfrutan.
Vemos como la primavera pasada los cerezos de Villacintor florecieron dando alegría al paisaje, como muestra dos fotografías d unas ramas bien floridas y algún inquilino aprovechando su manjar.
Y lo bien que se nos crían los pollitos al sol. A vuestra imaginación dejo su prometedor futuro, yo ya me lo conozco.
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